Abraham Gutman Vicente. Peregrino del Universo
Voy a platicarles algo de la maravillosa vida que me ha tocado vivir; quiero que se asomen a mi alma. Nací el domingo 19 de diciembre de 1937 a las 6 de la mañana en la casa que queda en la esquina de la Segunda Oriente Sur y 5a Sur Oriente (obsequio de mi abuelita materna a mis padres, don Abraham Gutman Burstein y doña Hermila Vicente, el día de su boda, realizada en Tuxtla Gutiérrez).
A mis padres, después de andar vendiendo en las ferias de los pueblos, les gustó San Bartolomé de los Llanos, hoy Venustiano Carranza, para vivir. Allí permanecieron hasta el año 1940 cuando, porque yo necesitaba recuperar la salud, emigraron a la ciudad de Comitán de las Flores por su agradable clima, debido al consejo de dos médicos judíos que pasaron por Venustiano Carranza rumbo a Guatemala, a quienes mi padre mandó a dejarlos a caballo; pero, antes de su partida, les suplicó que me revisaran porque no podía estar bien del estómago, aclarando que yo nací a los 7 meses.
Las opciones sugeridas por los médicos eran San Cristóbal o Comitán; pero, al hacer la visita a las dos ciudades propuestas, mis padres escogieron a Comitán, este paradisíaco lugar que tanto amo.
Mis primeros estudios los realicé en la Escuela Primaria Federal Doctor Belisario Domínguez, del primero al quinto año; y del quinto al sexto año en el recién fundado colegio para varones Mariano N. Ruiz.
Fui bautizado en Pinola, hoy Villa Las Rosas, en una casa particular, por el padre Nicolás Bermúdez, cuya firma tengo el gusto de conocer. Fueron mis padrinos don Felipe Villafuerte y doña Carmen Coronel. Mi Primera Comunión la hice el 25 de junio de 1945, en la mañana; fueron mis padrinos la reverenda madre Mercedes de Jesús Martín del Campo, impulsora de la devoción del Niñito Fundador; y el pintor Javier Mandujano Solórzano; varios padrinitos niños me acompañaron; de ellos sólo recuerdo a los Hermanos Gordillo Domínguez y a Walter Díaz Armendáriz.
Partí al Seminario
Fui Monaguillo de la iglesia de Santo Domingo, y el 21 de noviembre de 1951 partí al Seminario Conciliar de Chiapas. Con el corazón lleno de alegría, abordé el autobús en el que viajaban los seminaristas que venían de Tzimol, en la banqueta de la Casa de Salud, de nombre oficial Casa de Santa Rosa de Viterbo, cuya priora era la madre Mercedes.
Estudié cuatro años de Ciencias, tres de Filosofía y realicé mi primer año de magisterio en San Cristóbal; y partí a la capital de la República, al Seminario Conciliar de México, para estudiar el primer año de teología. Al inicio me tocaron puras fiestas por la toma de posesión del nuevo arzobispo de México, monseñor Miguel Darío Miranda y Gómez. Después de los festejos, por sugerencia del padre espiritual, regresé a mi seminario para dar mi segundo año de magisterio.
Por las mañanas, era el secretario privado de Jtatik Samuel y por las tardes impartía clases en el seminario. Cabe mencionar que para la llegada del Jtatik Samuel a la diócesis, formé parte de la comitiva de recepción que viajó hasta Tehuantepec, Oaxaca, en calidad de maletero en el autobús que envió a esa ciudad don Hernán Pedrero Arguello. A partir de ahí, fui amigo de la familia de Jtatik Samuel.
Al concluir mi segundo año de magisterio, a finales del año 1960, decidí dejar los estudios clericales y regresé a Comitán.
En ese mismo año, asistimos a las bodas de oro matrimoniales de los papás del padre Jesús Osorio Rivera. Para ello, viajamos a la Ciudad de México en la famosa Combi del padre Osorio, la del letrero “Ave María” al frente; con la amable compañía del padre Rodolfo Álvarez y dos monjitas de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús.
Luego, de México partimos a la ciudad de Durango, en visita al excelentísimo señor arzobispo don Lucio Concepción Torreblanca y Tapia; los sacerdotes se fueron por Autobuses Chihuahuenses y yo, por más barato, viajé por Autotransportes La Alteña,
Después de una corta estancia en Durango, regresé a Comitán. En 1961 cursé el primero de secundaria nocturna. El 19 de diciembre de ese año inició mi entrenamiento en la Bodega Ansa en Comitán. El 2 de enero de 1962 fui contratado en Almacenes Nacionales de Depósito S. A., con el número de expediente 4558. En esa institución, conseguí ser trasladado a la Ciudad de México el 4 de febrero de 1964; allí me inicie en la computación y fui liquidado el 28 de agosto de 1985.
Al mismo tiempo trabajé tres años en el Instituto Nacional de Migración, dependiente de la Secretaría de Gobernación; y casi dos años en el Instituto Nacional de la Juventud (Injuve). Estuve 12 años y medio en Aeropuertos y Servicios Auxiliares, de donde fui liquidado en 1998. Así puede pensionarme en el ISSSTE y en el IMSS por cesantía en edad avanzada. La ayuda invaluable de mi estimado alumno Vicente Han Gómez, al registrarme en su empresa, me permitió recuperar mis derechos en el IMSS. En ese entonces, él era presidente del Consejo de la Unión de Crédito Metropolitana.
En 1967 formé una familia con la muñeca María de los Ángeles Muñoz Ramírez y procreamos cuatro hijos David, Abraham, Abraham y Salomón. Lamentablemente, mi primer hijo Abraham falleció a los tres días de nacido.
En 1978, compartí también ocho meses de mi vida con un ángel que se
cruzó fugazmente en mi vida, otra muñeca, Esperanza Rosas Martínez. Ella voló a
los cielos unida conmigo por la bendición del eterno.
En 1999, al fallecimiento de la muñeca María de los Ángeles y de mi adorada madre, emigré a Chiapa de Corzo.
San Ramón, el paraíso
Un año labore en la Escuela Superior de Trabajo Social Jesús Aquino Juan, y tres años impartí clases en el Instituto Filosófico Tomás de Aquino. A finales del año 2000 compré este maravilloso lugar llamado San Ramón. Permanecí llevando una vida solitaria, perfeccionando mis conocimientos del idioma hebreo y la cultura hebraica, hasta que un día feliz la muñeca Martha Martita Ruth Arce Hernández vino a alegrar esta casa, atravesando el río, para compartir la vida conmigo; lo hizo del 13 de agosto de 2005 hasta el 17 de junio de 2020, día en que, como a las 6 de la mañana, voló al cielo, desde donde cuida de mí. La felicidad reinó en San Ramón; ahora extraño tu presencia.
Mi defino como Peregrino del Universo y Caminante de Mil Veredas, Los apodos o sobrenombres son algo muy estimado por mí porque cada uno de ellos comprende un aspecto de mi humilde personalidad. He querido ser un gran Ladrón de Corazones y a cada rato pierdo el mío.
Cada segundo de mi vida ha servido para formar Las Mil y Una Anécdotas que la conforman. El cariño ha sido el lema de mi vida. “Gutmita” me dicen algunas personas, a las que vivo eternamente agradecido; “Abrancito”, otras. Muchas jovencitas me conocen como El Devoto de Santa María Goretti.
La computación, en especial el diseño de grandes sistemas informáticos, llenó la mayor parte de mi vida. Soy el quinto hijo del famoso polaco Don Abraham Gutman, por cuya memoria he aprendido hebreo moderno, con la ilusión de hablar y leer como él. Soy un defensor de los judíos, basado en mis estudios avanzados en ese tema.
Los chistes son parte de mi personalidad, bajo el principio de que la risa es el remedio infalible.
Gracias por su amable atención, y se despide de ustedes humildemente Abraham Gutman Vicente.
Me llena de placer poder conocer un poco más de la vida de un gran Amigo-Hermano, quien en momentos críticos de mi vida me tendió la mano ofreciéndome su casa y alimentos por un tiempo.
ResponderEliminarAdemás, tuve el honor de ser atendido por su querida Mamacita Doña Milita, que Dios tenga en su Santa Gloria.
De Gutmita sólo se puede decir cosas buenas, porque es un Ser que tiene mucho corazón.
-Pepe Espinosa
Tiene razón mi compadre. De Gutmita solamente puedo decir: te admiro, te respeto y te estimo con mucho corazón. Gracias por compartir. Y ya es tiempo de que escribas una lista de todos esos sobrenombres.
ResponderEliminarYo también compartí tu amistad y solidaridad en México, allá por el año 1966, y, junto con mi compadre, me presentaron a esa bendita mujer, Jesucita.
Sólo me resta decirte: gracias, Gutmita. Rmt.